Fue un sueño que trabajé y que luché, pero sin duda, fue un sueño que se hizo realidad.
Y una vez que lo conseguí, ¿qué crees que fue lo siguiente que hice durante los años posteriores?
Básicamente, vaciarme por y para mi negocio. Mi perfeccionismo y exigencia me empujaron a darlo todo por esta forma de emprender. No solo era una prioridad laboral, sino era una forma de vivir. Cuando una mujer emprende, cuando una mujer pone su vida al servicio de su proyecto, su propia identidad se construye y se define desde ese mismo lugar.
¿Nunca has sentido que construyes tu identidad, principalmente, a través de quién eres a nivel profesional?
Siempre he estado convencida de que el éxito depende del esfuerzo personal y profesional que una persona le impregna a su proyecto. Y aunque esa mentalidad es necesaria para construir algo extraordinario, también provoca algunas consecuencias devastadoras.
Hace unos años tuve que cerrar mis negocios.
¿Y por qué?
Porque la vida, simplemente, es así. Quizás, las mujeres que emprendemos no deberíamos olvidar que los trabajos son la cosa más importante de las cosas secundarias. Pero yo, eso lo olvidé. Cuando cerré las puertas de mi negocio, olvidé que hay otros elementos que están fuera de nuestras manos y decisiones, y que pueden acabar con cualquier negocio.
A mi negocio se lo llevó por delante la pandemia, sin más. Un acontecimiento de esa magnitud puede destruir cualquier proyecto, más allá de las buenas ideas, de la buena gestión, y de las ganas infinitas de ser responsable conmigo misma y con los demás.
La pandemia arrasó mi proyecto y me causó la peor consecuencia que una emprendedora puede sufrir: sentir culpa por algo ajeno a mis decisiones y a mi gestión.
Sentí en lo más profundo de mí una un vacío devastador por algo que estaba completamente fuera de mis manos. Y ese sentimiento tuvo consecuencias importantes emocionales para mí: me sentí rota por dentro.
¿Alguna vez te has sentido culpable por cuestiones que están fuera de tu gestión y responsabilidad?
No voy a endulzarlo, han sido más de dos años en el fondo del inframundo. Afrontar una quiebra empresarial y asumir un cambio laboral de 180º a los 40 años, fue un golpe demoledor.
No solo económicamente, sino también emocionalmente.
Me enfrenté al sentido de culpa por no haber podido sostenerlo y a la vergüenza de no cumplir con las expectativas que yo misma me había impuesto. Fui injustamente dura conmigo misma.
Mi identidad profesional se desmoronó, y me encontré frente a un rompecabezas personal un tanto caótico: mi propio autoconcepto estaba literalmente por los suelos. Creo que no fui justa conmigo misma, hay que ser honesta y compasiva con una misma. Ese fue mi principal aprendizaje.
Pero, la vida sigue. En medio de todo ese dolor, entendí que no podía avanzar sin antes detenerme, reconstruirme y encontrar las piezas correctas para volver a ser yo misma. Repito por si esto tan sencillo te puede ayudar a ti: detenerse, entender quién eres y empezar a reconstruir.
Y así, empecé a rearmarme a mí misma. Y lo tuve que hacer en el contexto más difícil posible: durante la pandemia y durante la postpandemia.
Después de la pandemia el sector ha cambiado. La vida en general, ha cambiado.
Las estructuras, el modelo de negocio y las maneras de hacer las cosas que me habían ayudado a construir todo lo conseguido con tanto esfuerzo, ya no encajan en esta nueva realidad.
Es fácil de decir, y difícil a veces de asumir: lo que funciona en un momento, simplemente deja de ser sostenible en el siguiente.
Hoy, tengo más experiencia y más aprendizajes que han nacido de esas circunstancias que una no elige.
Por todo ello, quiero compartir contigo mi nuevo proyecto. He puesto todo mi conocimiento y todo mi amor en este viaje que te presento a continuación.
Y lo hago con un propósito muy claro: ayudarte a parar, ayudarte a entender quién quieres ser a partir de ahora, y ayudarte a reconstruir un negocio genuino que esté alineado con quien realmente eres.
Porque ahora sé que reinventarse no solo es posible, sino necesario.
Estoy aquí para compartir mi camino y acompañarte en el tuyo. Porque superar los cambios requiere más que fuerza: requiere conexión contigo misma, claridad y las herramientas adecuadas para dar el salto.
Zuleika Rodríguez
¡Hola! Soy Zuleika!. Hace muchos años, mi madre y yo tomamos una de esas decisiones de las que se suele decir: “eso es una auténtica locura”.
Abrir un centro de estética a pie de calle en España hace más de 20 años, sonaba a una gran “locura” en aquel entonces, ya que, era un concepto que simplemente no existía.
Nosotras apostamos por revolucionar y redefinir lo que significa un negocio de belleza.
Propusimos algo muy sencillo: una oferta global de servicios de cuidado personal de alta calidad, a precios asequibles, con un horario ininterrumpido, y sin tener que pedir cita previa.
Quizás, esto que te cuento te parece muy común hoy en día, pero en aquel entonces, te aseguro que eso significaba innovar y arriesgar, los “dos verbos” que nunca deberíamos abandonar quienes nos dedicamos a negocios de belleza.
Esta nueva manera de mirar al sector de la cosmética rompió algunos moldes y patrones establecidos.
Fue un trabajo muy largo, agotador y duro. Y lo llevamos a cabo con las mismas dosis de valentía que de miedo, porque innovar y cambiar supone eso, ser valiente, minimizar riesgos y gestionar miedos.
Pero lo conseguimos. En tan solo un año pudimos transformar el concepto que se tenía de franquicias de belleza a nivel nacional.
Yo fui constante, no dejé de aprender mientras coordinaba diferentes centros de belleza por toda Cataluña y por muchos sitios de España. Esa experiencia me hizo fuerte, me ayudó a mirar las cosas desde varias perspectivas, y me preparó para dar un salto que jamás podría haber imaginado: gestionar mi propia franquicia y lanzar mi propia marca de productos de cosmética.
Conoce a las Genuinas
Concepción Moreno
¿Y si la belleza fuera un acto de amor propio?
Llegué al mundo de la belleza buscando seguridad. Sé que puede parecer estereotipado y soy plenamente consciente del daño que las imposiciones de la belleza han causado a lo largo del tiempo. Sin embargo, fue precisamente la transformación de cómo entiendo la belleza lo que me sanó.
En mis inicios, me refugié en el cuidado personal como un intento de sentirme mejor conmigo misma, de encontrar en mi aspecto esa seguridad que creía necesitar para valer más. Gracias a mi madre y mi hermana, descubrí la cosmética y pequeños rituales que se convirtieron en un espacio para conectar conmigo.
Aunque al principio solo buscaba soluciones externas, nunca imaginé que este mundo terminaría siendo mi profesión y, más importante aún, mi camino hacia una visión más libre y saludable de mí misma.
Con los años, mi perspectiva cambió. La belleza dejó de ser un estándar que cumplir y se convirtió en un acto de amor propio . Me formé, me especialicé, pero, sobre todo, aprendí a priorizar e incorporar hábitos que no solo cuidaran mi piel, sino también mi bienestar. Hoy entiendo que la belleza no tiene nada que ver con cumplir expectativas externas , sino con conectarte contigo misma, reconocerte y valorarte. Esa transformación me sanó, y eso es lo que quiero compartir con quienes me acompañan en este camino: que el cuidado no es una imposición, es una elección para sentirte bien desde dentro y reflejarlo hacia fuera .
Este proceso de transformación fue lo que me inspiró a co-liderar Genuina, un proyecto que no solo redefine la belleza , sino que también busca ser una plataforma para dar voz a historias de transformación que han impactado e inspirado profundamente mi camino. Por eso, creo que sus voces merecen ser escuchadas y compartidas, porque inspiran a otras a atreverse, a confiar ya transformar sus propios caminos.
En Genuina , queremos acompañar y dar luz a otros emprendimientos, mostrando que detrás de cada proyecto hay una historia única, profunda y valiosa. Porque el verdadero emprendimiento en belleza comienza desde dentro , desde esa conexión con una misma que nos lleva a impactar el mundo con propósito y amor propio .
Mónica Lara
¿Te imaginas si te hubieran dicho que tu cuerpo era tu casa?
Después de más de 20 años dedicándome al mundo del bienestar, entre la belleza y el contacto consciente, siento que es momento de poner piel a lo que hago. Durante este tiempo, he explorado, me he formado y he buscado un camino común: un lugar de encuentro entre la belleza y el cuerpo entendido como hogar.
Mi conexión con el cuerpo es una larga historia que podría resumir en esto:
Solo gracias a él, y con él, he aprendido a estar conmigo misma. Durante años, nadé entre la desconexión y una búsqueda continua. Fue ahí donde encontré el Masaje Californiano, una herramienta de reconexión tan poderosa que transformó no solo mi forma de trabajar, sino mi relación conmigo misma.
Hoy, comparto este aprendizaje a través de talleres y programas diseñados para que el contacto consciente convierta tus servicios en experiencias únicas.
Además, he creado las cartas "ME", una herramienta pensada para ayudarte a habitar tu cuerpo y encontrarte contigo misma.
Porque sí: tu cuerpo es casa. Y merece ser vivido como tal.
